lunes, 17 de mayo de 2010

Cuando brotan lilas de la tierra muerta


Una perturbadora e inquietante cubierta, tomada de un óleo de Dino Valls, Ludus Filorum (2009), envuelve una de las apuestas primaverales de la editorial Impedimenta: El mes más cruel, de Pilar Adón. La belleza que destila esta imagen combina exquisitamente con lo que el lector podrá descubrir a lo largo de sus páginas. En el título se advierte ya el recuerdo de los versos de T. S. Eliot, en La tierra baldía (1922): «Abril es el mes más cruel, hace brotar/lilas del interior de la tierra muerta,/mezcla la memoria y el deseo, estremece/las raíces marchitas con lluvia de primavera».
El mes más cruel es una recopilación de catorce relatos y otros tantos poemas que cierran cada uno de los cuentos. La delicada y bellísima prosa de la autora encuentra un acomodo perfecto en estos breves relatos, cuyos argumentos giran alrededor de temas como la soledad, la muerte, la separación, la locura, la incomunicación y el miedo. Casi como si se tratasen de cuentos de hadas, los personajes desfilan en una nebulosa realidad: muchachas deambulando entre acantilados o corriendo por el bosque, el espíritu de un gato recorriendo una casa o una nodriza vampírica.
Como señala Marta Sanz en la introducción del libro, «a estos cuentos hay que desnudarlos, irles quitando la corteza poco a poco». Podría pensarse que al ir «descortezando» las narraciones, el lector se quedará con las puras inquietudes de la autora: la honradez literaria de Pilar Adón es en este punto incuestionable. Sus cuentos —esbozos de temores y penas, podrían llamarse— recorren ese indistinguible territorio donde se funde lo emocional y lo filosófico, y cumplen con la sagrada función de la poesía, que consiste en hacer comprender un mundo que los ensayos más sesudos no pueden descifrar.
Pilar Adón (Madrid, 1971) recibió el Premio Ojo Crítico de Narrativa en el año 2005 por su libro de relatos Viajes inocentes y está considerada una de las escritoras más solventes de la narrativa actual.

En otoño caen las hojas de los árboles y, sobre el suelo, forman extensas y tupidas alfombras de tonos ocres. Hojas alargadas y planas... Es entonces cuando se eclipsan los juegos y las risas. El otoño es la época del oscurecimiento paulatino de la alegría, y los monstruos del otoño suelen ser los más malvados, los más deformes e incontrolables. Actúan a su antojo, sin control por parte de sus pobres víctimas somnolientas y desorientadas. [...] Pero también es en otoño, en determinados momentos del día, cuando hasta la planta más pequeña puede arrojar una sombra prolongada y armoniosa sobre el suelo.

Adón, Pilar, El mes más cruel, Impedimenta, Madrid, 2010. Introducción de Marta Sanz. Rústica con sobrecubierta, 206 páginas.